¡Que viva México! Serguéi Eisenstein


¡Que viva México!
Los episodios de un México con ese sincretismo y época pos revolucionaria que logró retratar Eisenstein me dejaron con la visión del contexto agridulce mexicano. En donde la fiesta es un punto de encuentro de la comunidad en una sociedad desigual. Los paisajes y eventos presenciados podrían parecerme una preconcepción que tenemos como mexicanos de lo que es México, -lo que no me parece mal-.
En cuanto a las formas, es interesante cómo juegan en la narrativa, por ejemplo en la parte de la fiesta brava, donde utilizan distintos recursos como una toma abierta de la plaza de toros y después cambia a una toma del torero dirigiendo la vista un tanto orgullosa hacia algún lugar, ¿qué lugar?, la toma cambia a un plano cerrado donde aparecen unas mujeres en la tribuna; otro momento curioso es cuando la cámara tiene la visión desde el toro, momento en que a cuadro en primer plano aparecen unos cuernos que persiguen al torero.
Y si algo no me terminó de convencer por momentos era el sonido, en unas cuántas escenas la pista sonora no pareciera ser la más adecuada a la escena, como una aproximación por mera suposición. Es bien sabido que la película nunca fue terminada al gusto total del soviético Eisenstein, no sabemos qué tanto hubiera cambiado de ser así.  Los personajes en la mayoría de la trama parecieran desenvolverse de manera natural, como si la cámara no estuviera ahí, claro que un par de veces aparece una que otra sonrisa nerviosa ante ese intruso espectador.



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